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Cómo Francia adoptó la hora media de Greenwich (¡y aún así se defendió!)

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abril 2024


 Cómo Francia adoptó la hora media de Greenwich (¡y aún así se defendió!)

Hoy en día, el meridiano de Greenwich es el que gobierna. Pero la estandarización internacional del tiempo fue el resultado de un tira y afloja científico y diplomático entre las dos grandes potencias de Europa –Inglaterra y Francia– que duró casi un siglo.

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llí el capitán fijó su posición y utilizó un cronómetro para calcular su longitud, que comparó con sus observaciones previas de los ángulos horarios. Luego me dijo: “Profesor Aronnax, estamos a 137 grados 15’ de longitud oeste…” “¿Al oeste de qué meridiano?” Pregunté rápidamente, esperando que la respuesta del capitán pudiera darme una pista sobre su nacionalidad. “Señor”, me respondió, “tengo cronómetros configurados de diversas formas para los meridianos de París, Greenwich y Washington, D.C. Pero en su honor, usaré el de París”.

En este extracto de 20.000 leguas de viaje submarino, Julio Verne nos recuerda dos realidades del siglo XIX de las que ya no debemos preocuparnos: la existencia de varios meridianos primarios simultáneos y el papel crucial de los marineros, guardianes del tiempo, que estaban obligados a navegar entre varios sistemas geotemporales complejos.

Hoy en día, el meridiano de Greenwich es el que gobierna. Pero la estandarización internacional del tiempo fue el resultado de un tira y afloja científico y diplomático entre las dos grandes potencias de Europa –Inglaterra y Francia– que duró casi un siglo. Para entender cómo Inglaterra ganó la batalla e impuso su propia zona horaria, tenemos que remontarnos al siglo XVIII, cuando los avances logrados en la relojería moderna permitieron abandonar gradualmente la dependencia de la hora solar verdadera, que se leía en los relojes de sol en el calles (puedes leer más sobre esto en nuestro artículo sobre el reloj del cañón del Palais Royal en la p. 112), a favor del tiempo medio local, basado en la trayectoria de un sol “promedio” ficticio.

En 1826, París se convirtió en la primera ciudad en imponer su propio tiempo a todo el país. Antes de eso, existían innumerables horas locales diferentes. ¡Desde Marsella hasta Caen, cada uno se tomó su tiempo! Fue gracias a otro invento mecánico, el tren, que la hora de París se adoptó en todo el país. Los ferrocarriles necesitaban un horario único para coordinar sus recorridos y eligieron la capital como referencia.

Este problema no era exclusivo de Francia. En Estados Unidos, donde el territorio se extendía a lo largo de siete longitudes y varias compañías compartían la red ferroviaria, estandarizar el tiempo fue una necesidad temprana. En 1876, un ingeniero canadiense llamado Sandford Fleming fue el primero en idear un sistema que dividía la Tierra en 24 zonas horarias longitudinales. Originario de Inglaterra, naturalmente eligió el meridiano de Greenwich, donde se encontraba el Observatorio Real, como punto de partida para su sistema. Su propuesta fue aceptada en la Convención General del Tiempo, que tuvo lugar el 11 de octubre de 1883 en Chicago.

Unos días más tarde, en Roma, varios países, entre ellos Francia, se reunieron para discutir este nuevo sistema en la Conferencia de la Asociación Geodésica Internacional. Pero la delegación Francesa parecía ambivalente y no defendió bien el meridiano parisino frente a Greenwich. Corrían rumores de que los Franceses habían llegado a un acuerdo secreto con los Ingleses, según el cual la Corona aceptaría adoptar el sistema métrico a cambio del apoyo de Francia al meridiano Inglés. Greenwich fue aprobado por los Franceses en una votación final, para gran vergüenza de París.

A medida que se acercaba el momento de la Conferencia Internacional del Primer Meridiano de 1884 en Washington D.C., convocada para definir una hora universal estándar, los ingleses se encontraban en una posición fuerte. Reacia a dejarles ganar, la delegación Francesa optó por la estrategia alternativa de proponer un meridiano neutral, una opción universalista en la tradición de la Ilustración. Podría pasar por el estrecho de Bering o por las Azores, afirmó el astrónomo Francés Jules Janssen. Pero sus argumentos no convencieron y Greenwich fue adoptado como primer meridiano por 21 votos a uno y dos abstenciones.

París se ofendió y se negó a adoptar la nueva norma. En 1891 Francia abolió la hora local y adoptó la hora de París para todo el territorio. En 1896, el parlamentario Gabriel Deville intentó aprobar una ley que adoptaba el nuevo sistema internacional con base en Greenwich, pero omitió mencionar el meridiano de París y el proyecto de ley fue rechazado. Al año siguiente, Louis Boudenoot encontró un resquicio legal. Su texto enmendado decía: “La hora legal en Francia y Argelia es la hora, según el tiempo medio de París, menos 9 minutos y 21 segundos”, que es la diferencia entre París y Greenwich. Al mencionar el meridiano Francés por su nombre y al eliminar del texto toda mención de la “pérfida Albión”, la ley fue aprobada sin debate. ¡Se conservó el honor nacional! Sin embargo, no fue hasta 1911 que Francia adoptó plenamente el texto. Para que París capitulara, primero tenía que encontrar una manera de volver a situarse en el centro del escenario. La solución fue… ¡la Torre Eiffel! Luchando por encontrar una razón para conservarlo después de la Exposición Universal de París de 1889, Gustave Eiffel encontró una salvación inesperada en el telégrafo. Con la ayuda del ejército instaló una antena tan alta que era capaz de enviar una señal a la costa Argelina. Conectada al Observatorio de París, la antena de la Torre Eiffel transmitía señales horarias que permitían a los barcos situados a miles de kilómetros de distancia en todas direcciones ajustar sus relojes.

Sin embargo, París todavía estaba a 65 milésimas de segundo de la hora media de Greenwich, ya que los 9 minutos y 21 segundos previstos por la ley no eran lo suficientemente precisos. El problema se resolvió en 1978 con la adopción del Tiempo Universal Coordinado (UTC), basado en el tiempo atómico y la rotación de la Tierra. Brindó a Francia la oportunidad de recuperar la ventaja una vez más. Como explica el historiador Jacques Gapaillard, este nuevo patrón horario internacional fue desarrollado en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas en Sèvres, en el meridiano de París.